Los autistas se comunican con música.

La improvisación músical realizada de forma estructurada y flexible es capaz de captar la atención de los niños autistas y promueve el contacto y juego recíproco, es decir, la interacción.
Una fusión de música y terapia, arte y ciencia junto con un proceso interpersonal, todas estas áreas definen la musicoterapia. Tanto psiquiatras, como logopedas, fisioterapeutas o profesores pueden realizar, de forma individual o multidisciplinar, esta actividad.
Su base terapéutica habría que buscarla tanto a nivel fisiológico como psicológico, ya que las vibraciones mecánicas son capaces de estimular determinados receptores sensoriales, auditivos y táctiles, también se han observado cambios en la resistencia eléctrica de la piel y del ritmo cardiaco. En cuanto a su efecto sobre la mente es muy amplio y abarca desde una mejora de la comunicación, mediante un aumento de la fantasía y asociaciones, hasta una mayor socialización a través de la mejora de la autoexpresión. Todas estas características hacen de la musicoterapia una herramienta muy útil para el manejo de los pacientes autistas.

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